El pintor Marià Fortuny (1838–1874), en la cima de su carrera, pasa un feliz y creativo verano junto a su familia en la bahía de Nápoles. Sin embargo, al regresar a Roma la felicidad se vuelve hastío y fallece repentinamente, lo que da lugar a diferentes rumores sobre la causa real de su muerte. Tras el entierro, la familia del pintor se traslada a París, donde surgen nuevos desencuentros.
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